COPENHAGUE: Julio 2016

Aprovechando que vamos de vacaciones a las Islas Feroe y que hay vuelo directo desde Copenhague hemos decidido pasar un par de días por aquí y conocer esta bonita ciudad.

Volamos desde Barcelona parte del grupo y después nos juntaríamos todos en el aeropuerto.



27 de julio de 2016 - Copenhague

Llegamos a Copenhague a las 17 h después de que Vueling nos cambiara el horario de salida ya que teníamos pensado madrugar para poder pasar dos días completos, pero como siempre, las compañías aéreas son las que tienen el destino de tus vacaciones en sus manos, y tendremos que dar gracias de que sólo nos retrasaran unas cuantas horas el vuelo, ya que podría haber sido peor visto el caos que tuvieron unos cuantos fines de semana antes.

El aeropuerto de Copenhague está muy bien comunicado con el centro de la ciudad, un tren te deja en 15 minutos en el barrio de Vestebro, donde teníamos el hotel, el Axel Guldsmeden, un hotel muy majo que está nada más salir de la estación de tren, el barrio es un poco… digamos…barrio rojo de Amsterdam, sex shop, bares de alterne...etc… de hecho alguna pelea entre macarras borrachos ya escuchamos alguna noche, pero al otro lado de la estación ya estás en el centro histórico, o sea que es cuestión de no adentrarse mucho en el barrio :) o pagar más y coger el hotel al otro lado.

Como ya era tarde salimos a cenar justo enfrente del hotel y luego una vueltita hacía el centro histórico de la ciudad, nada más cruzar la Estación Central de Trenes nos encontramos con el Tivoli, el parque de atracciones más antiguo del mundo que recomiendan visitar sobre todo al atardecer para disfrutar de sus jardines y la iluminación de sus atracciones, nosotros no lo hicimos, pero si te gustan las atracciones es una opción.


Edificios con luminosos de diseño moderno.


Llegamos a la Plaza del Ayuntamiento y volvimos al hotel a descansar, que mañana nos esperaba un día largo.





28 de julio de 2016- Copenhague 

Al día siguiente empezamos a descubrir la ciudad, que por cierto la mitad de sus plazas estaban levantadas y llenas de andamios porque estaban haciendo una línea de metro, creo que acababan para el 2018 así que si podéis, dejar la visita para después, porque afea bastante el entorno. :) 

Cruzamos la Estación Central donde la gente aparca sus bicis para después usar el transporte público. 


Junto al Tivoli estaban construyendo unos modernos edificios cilíndricos con aspecto metálico. 


Avanzamos un poco hacía la Radhuspladsen, la plaza del Ayuntamiento, que también está muy cerca y que no pudimos apreciar en su totalidad por lo que os comentaba de las obras del metro. 

Las cinco calles que van desde la plaza del Ayuntamiento hasta Kongens Nytorv reciben el nombre de Stroget (se dice que es la calle peatonal más larga del mundo): Frederiks berggade, Nygade, Vimmelskaftet, Amagertorv y Ostergade. 

Tomamos la calle peatonal llena de sitios para comer, tiendas y mucha gente. Llega hasta la bonita plaza de Kongens Nytorv donde se encuentra el Teatro Real de Copenhague y los almacenes Magasin. 


Nosotros nos desviamos antes hacia el Palacio de Christiansborg. Este conjunto de edificios es la sede del Parlamento de Dinamarca, la oficina del primer ministro danés y la sede del Tribunal Supremo. Para los que habéis visto la serie Borgen os traerán muchos recuerdos. 


Muy cerca de aquí está también el edificio de la Bolsa. 


Desde aquí nos dirigimos ahora a la plaza de Kongens Nytorv donde todo estaba levantado por las obras, así que esto es lo más bonito que encontramos en la plaza, unas geométricas figuras de colores para hacernos la foto de grupo. Los 6 de Copenhague. Nos falta Lourdes que es la que hizo esta bonita foto. 


Y llegamos a una de las estampas más típicas de Copenhague, el puerto de Nyhavn, casitas de colores en un bonito puerto lleno de barcos de madera. De aquí salen barcos para dar una vuelta por los canales, pero estaban abarrotados así que ya intentaríamos coger el barco en algún otro sitio sin tanta gente. 



Así, caminando por la ciudad nos encontramos con el Palacio de Amalienborg, donde estaba la guardia real preparada para hacer el famoso cambio, suele ser a las 12 h de la mañana, y según he leído si están los reyes en casa, si no, no lo hacen, nosotros no esperamos, así que no sabemos si estaban los reyes en casa o no. 


En frente, al otro lado del canal, el edificio de la Opera. 


Desde el Palacio se ve la cúpula de Frederiks Kirke, también conocida como Marmorkirken (la iglesia de mármol), se puede subir a esta cúpula pero con visitas guiadas en grupo. 


Junto a esta, una iglesia ortodoxa rusa, Alexander Nevsky Kirken con sus características torres doradas. 


Aquí encontramos una especie de café donde nos paramos a tomar el famoso smørrebrød, una rebanada de pan de centeno acompañada por salmón, arenque ahumado, gambas o fiambre con pepino, huevos duros y lechuga, que es lo que comen los nórdicos al mediodía…pobrecillos así están tan paliduchos. 

Ahora nos dirigimos hacía otro imprescindible de Copenhague la estatua de la Sirenita, para llegar a ella cruzamos por unos jardines que rodean el Kastellet , una ciudadela, cuyos edificios todavía se usan militarmente. En este parque, reflejada en las aguas, la iglesia Sank Albans Kirke. 


Los daneses son muy celosos de su propiedad privada, véase la verja roja, aunque también hay algunos que se saltan las prohibiciones, o igual son los dueños del parque.... 


Y tras subir por unas escaleras llegamos a la Sirenita, escultura inspirada en el cuento de Hans Christian Andersen del mismo nombre, siempre rodeada de gente, por supuesto. 


Después de unas cuantas fotos nos dirigimos por los muelles a coger un barco, pero no turístico, sino a modo de autobús, y que nos llevaría hasta el Black Diamond, el diamante negro, la famosa biblioteca de Copenhague. Un lugar que bien merece una visita. Incluso con hamacas en la puerta para descansar. 


El interior de la biblioteca nos recuerda a una guitarra. 


Volvimos al hotel para buscar algún sitio para cenar, vimos un restaurante italiano, el Restaurante Frascati, con muy buena pinta, muy cerca de la estación, pero que no reunió el consenso suficiente, así que después de unas cuantas vueltas y sin encontrar nada apetecible nos decidimos por una curiosa vinatería donde podías tomas todos los vasos de vino de cuantas botellas quisieras, y como acompañamiento, tabla de embutidos de distintos países. Quesos Italianos, jamones españoles (sin comentarios)….mortadelas…aceitunas… el dueño nos recomendó los vinos, muy simpático… 

Se va un poco de precio por el tema “vinos” que encarece cualquier cuenta , pero para un picoteo diferente a los sandwich de pan de centeno, es un sitio curioso y recomendable. 


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